miércoles, 2 de septiembre de 2015

Remedios caseros para la garganta en invierno

Me encuentro saliendo de una amigdalitis con placas. Estuve muy dolorida, con fiebre no muy alta pero persistente y un cansancio corporal importante. Cuando los síntomas de cualquier afección comienzan, uno todavía no sabe bien qué es lo que tiene o de quién se contagió (como para anticipar lo que podría desarrollarse). Los médicos suelen recomendar 24 a 48 hs de observación de la fiebre, si es que hay, y de la evolución de los síntomas que vayan apareciendo para poder diagnosticar y recetar la medicación necesaria. En mi caso fue posible tomar antibiótico porque aparecieron placas, sinónimo de un desarrollo bacteriano, pero muchas veces los síntomas solo son un malestar difuso de dolor de garganta, mucosidad, tos y a veces dolor de cabeza leve, usualmente causados por virus, y en esos casos los antibióticos no sirven. Uno siente que no puede hacer mucho más que esperar a que se pase. Pero, tanto en infecciones bacterianas como virales, desde el comienzo de los síntomas ayuda mucho probar remedios caseros muy útiles en esta época del año.

Té de jengibre, limón y miel

Ingredientes:
Jengibre, un trozo pequeño
Agua, 1 taza
Limón, 1
Miel, 1 cucharada
Preparación:
Pelar un poco de jengibre fresco. Rallar (o sacar escamas con pelapapa) aproximadamente 1 cucharadita (para obtener un sabor picante intermedio). Poner el jengibre en un jarrito con el agua y llevar al fuego. Hervir durante 5 a 10 min a fuego suave sin tapar. Dejar reposar unos minutos y colar en la taza. Exprimir el limón y agregar el jugo al té de jengibre. Por último incorporar una buena cucharada de miel.
Este té se puede tomar 2 a 3 veces al día, según los síntomas y la tolerancia personal. No es recomendable tomarlo por la noche antes de dormir ya que al ser altamente energizante puede dar dolor de cabeza e insomnio.

El jengibre es un rizoma (tallo subterráneo) de sabor alimonado y picante, originario de Asia pero actualmente cultivado en todas las regiones tropicales del mundo. Alivia la inflamación y la fiebre, reduce la congestión nasal y es expectorante. Tiene propiedades antisépticas y antivirales. Su sabor picante ayuda a la circulación de la sangre y al estancamiento de la energía, brindando calor al cuerpo.



El limón es un gran aliado contra las afecciones respiratorias: desde resfríos, gripes y catarros hasta bronquitis y neumonías. Desinfecta y tonifica las mucosas de las membranas. También es un agente antimicrobiano, en especial en enfermedades contagiosas como suelen ser las de la garganta, y ayuda a calmar la tos. Además, es una fuente importante de vitamina C. 


La miel le da dulzor a la infusión, equilibrando el picante del jengibre. Ayuda a suavizar la garganta dolorida ya que tiene propiedades cicatrizantes y antiinflamatorias.






Gárgaras con bicarbonato de sodio

Una cucharada de bicarbonato de sodio en un vaso con agua es suficiente para varias gárgaras. Pueden hacerse varias veces en el día, según la necesidad personal. De chica solía tener anginas con placas con frecuencia y mi abuela siempre me recordaba que me hiciera gárgaras con bicarbonato. Gracias abuela!
Las gárgaras con bicarbonato ayudan mucho a aflojar y liberar la mucosidad local de la garganta. El bicarbonato de sodio cambia el pH ácido de la garganta afectada, dificultando la proliferación de las bacterias que nos enferman.

Simhasana: postura del león


Para los que practican yoga, y para los que no también!, esta postura es muy fácil de hacer y super recomendable para limpiar la garganta y la lengua, y las enfermedades de la garganta, oídos y boca. También es beneficiosa para el funcionamiento de las cuerdas vocales y mejora la tonalidad de la voz. Aumenta el riego sanguíneo en toda la zona de la mandíbula y es una automasaje facial.
Hay muchas versiones de esta postura: puede hacerse de pie o sentado, las manos pueden apuntar hacia el cuerpo o hacia afuera. Lo importante es mantener los ojos bien abiertos y exhalar con la mayor energía posible.
La que yo practico en mi clase de yoga es así:
Me ubico de pie, con los pies separados un poco más que el ancho de caderas. Las rodillas están suavemente flexionadas. Los brazos flojos se ubican al costado del cuerpo. Miro al frente un punto fijo, inhalo y llevo las manos sobre los muslos justo debajo de la articulación entre la cadera y la pierna. Exhalo emitiendo un fuerte sonido “ah!”, similar al rugido del león, y sacando la lengua lo más que puedo, mientras las manos con los dedos bien abiertos se deslizan hacia las rodillas. Esto da como resultado que la espalda baja levemente y queda inclinada hacia adelante. Repito desde el inicio varias veces. Observo entre cada repetición cómo se siente mi garganta y cómo impacta esta postura en el resto del cuerpo.
Agradezco muy especialmente a mi profe de yoga Isabelle que fue quien me la enseñó.

Espero que estos remedios les ayuden a pasar mejor las enfermedades respiratorias y que les inspiren a buscar otros remedios caseros, e incluso recordar lo que las abuelas y mamás nos preparaban de chicos para estos momentos. Con gusto pueden escribirnos y compartirlos!

Artículo escrito por: Eliana Melignani